martes, 28 de septiembre de 2010

Correr estando quieta

Perdida en mi habitación...

¿No os ha pasado nunca que a veces, sin motivo aparente, el mundo parece girar más y más deprisa y el agobio de esta velocidad se apodera de ti, paralizándote, sin que puedas hacer nada? Pues a mi me pasa. Es más. En los días como ese soy capaz de notar cómo corre la sangre pos mis venas, deprisa, cómo se me escapa la vida... Y en esos momentos no soy capaz siquiera de sujetar nada por la hipersensibilidad a la que me veo encadenada. Y es que.. la vida se pasa volando, aunque parezca una frase más, una frase hecha que en realidad ya nadie se para a pensar toda la verdad que esconde. ¿Os doy un ejemplo? A ver. Si nos paramos a pensar, ahora mismo estamos terminando septiembre, octubre está a la vuelta de la esquina pero para hacer los agobios del trabajo más llevaderos todos nos empeñamos en buscar siempre las vacaciones. Pues allá vamos. En Octubre podemos difrutar del Pilar, lo que ahora mismo ya nos pone en mediados de mes. A finales de mes está Halloween con el día de todos los santos inaugurando Noviembre. Con un pequeño esfuerzo atravesamos Noviembre para dejarnos caer en el colchón de la Constitución y la Concepción. Y un poco más y ya es Navidad. Fin de Año. Reyes. Vuelta al cole. Pero ya en Febrero nos rescatan los carnavales. San José en Marzo nos ofrece un pequeño alivio y ya en nada nos llega la Semana Santa. Abril. En Mayo nos llega ya el alivio de que empieza el buen tiempo y el verano ya está ahí. Y ya es Junio, y con él llegan Julio y Agosto. Vacaciones y sol de nuevo. Y nos volvemos a poner en Septiembre. Y al vida se pasa y no espera. Y nosotros empeñados en decidir, en tomarnos nuestro tiempo, en esperar a saber cuándo es el mejor momento para actuar... mientras nuestra vida se pasa, llevándose días por delante que no van a regresar, dejándonos con un pasado incompleto lleno de "ojalás" y de arrepentimientos por no haber sabido aprovechar mejor la mentira del presente. Y es entonces cuando desde la impotencia de la edad perdida nos dedicaremos a dar consejos sobre la fugacidad de la vida a los que vengan detrás, que lo harán tan mal como nosotros. Y es que todos deberíamos poder disfrutar de dos vidas. Disponer de una para hacer ensayos y otra en la que podamos de verdad hacerlo bien y aprovechar cada instante de nuestra vida.

Y esto todo, esta angustia por el paso del tiempo la digo yo, ya veis, que todavía soplo las velas de mis 29... sin poder dejar de pensar que podía haberlo hecho mejor y encontrarme ahora en otra situación mejor, con la vida mejor montada, sin que me empiecen a preocupar los años y los planes y si serán todos ellos compatibles...

Prisas... otra vez. Prisas que no conducen a nada. Prisas ante las que no me puedo mover. Pero prisa, al fin y al cabo, aquí dentro.

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