lunes, 18 de enero de 2010

Giros inesperados del destino

Me resulta extraña la vida... los mecanismos que tiene el corazón... las verdades que es capaz de soportar el alma... Me resulta extraño. Hace poco más de un mes mi vida se había quedado vacía, sacudida por un terrible huracán de sentimientos que apenas me dejaban respirar... que hacían que cada día pesara como un terrible lastre... soñando sueños rotos... entendiendo verdades que no se quieren entender... Me paseaba por los días sin tener muy claro el rumbo que seguir, empujada nada más que por una acelerada monotonía que apenas me dejaba tiempo para pensar... y que en los pocos momentos en que me soltaba de ella, rompía a llorar sin consuelo posible, presa de una de las más terribles y tristes verdades jamás contada. Me paseaba por los días... por el tiempo... sin saber... sin querer saber... sin sentir... llena toda yo de escepticismo y de incredulidad, dejando ningún espacio en mi corazón para ser de nuevo lastimada... llenando mi vida entera con mis planes solitarios entre familia y amigos. Hasta que de repente, sin quererlo, sin buscarlo, sin darme cuenta, de nuevo empezó a latir algo aquí dentro... algo más feliz... algo más lleno de ilusión... Inesperado llegó mi Regalo de Santa Claus... Inesperado regalo que tanto esperaba sin saberlo... porque de repente he entendido que eras tú al que llevo buscando tanto tiempo... tú al que ya había encontrado mi corazón hace tantos tantos años... Eras tú... sin serlo nunca. Hasta ahora... otra vez. Y no tengo prisa esta vez... no me preocupan todas las dificultades que se nos presentan... No tengo esa urgencia atolondrada a la que impulsan tantos temores... No tengo prisa porque ya he llegado a mi destino. Porque nos hemos vuelto a encontrar de nuevo... Porque los dos nos estábamos buscando en otros cuerpos... Porque por fin volvemos a estar juntos.
Por fin ha llegado la calma.


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